"Cruceros de Roncesvalles", fotografía de D. José Ortiz de Echagüe

domingo, 5 de agosto de 2012

LA CLAVE DE LECTURA



CONTRA FALSARIOS                 

Imaginemos que hemos sido invitados a un banquete de exquisitos manjares. Si supiéramos que en uno de los platos hubiera veneno, ¿nos quedaríamos al banquete? ¡Por supuesto que no!   

Si nos recomendaran un libro, por ser de los más populares, aunque contrario a la moral, a las buenas costumbres y a la fe, ¿iríamos a comprarlo? A día de hoy esta reflexión pasa en la indiferencia total de un modernismo sin precedentes.
                

Cuando tomamos en la mano un buen libro, con el propósito de edificarnos moral y espiritualmente, un libro de fondo religioso, con referencias bíblicas y con las debidas notas para profundizar, tenemos ya clara una cosa: que todo está conforme a la Palabra de Dios, al Magisterio de la Iglesia, a la moral cristiana... Por tanto, hay que considerarlo un buen texto, un texto recomendable, un texto para todos y cada uno, un recurso de edificación para el alma que hay que divulgar entre amigos y familiares. Si el texto de una obra cualquiera no contuviera elementos favorables a los principios universales y morales, hay que rechazarlo, pues fundándose en medias verdades ni siquiera posee un bagaje cultural digno de creer ni de confiar. Y si el lector no está equipado de un discreto sentido de discernimiento, se vuelve uno de los peores males para el alma. Y esto se puede aplicar al cine, a la literatura, a las imágenes, a los ambientes, a las modas no conformes a la moral.
                                                                                                       
¿Recordáis el sueño de las dos columnas de San Juan Bosco? Las armas incendiarias eran libros heréticos que los enemigos lanzaban contra la nave de San Pedro, la Iglesia, para destruirla desde dentro. Durante un tiempo, según el "Index Librorum Prohibitorum", compendiado por la Iglesia Católica, los libros heréticos puestos en el Índice índice eran quemados, pues ofendían a Dios y a su ley falseando la verdad.

A todo análisis esmerado, le sigue el discernimiento de lo que es bueno y lo que es malo; de lo que es verdadero y lo que es falso y solo después de este balance se puede formular el juicio, favorable o reprobatorio que pudiera ser. Un ejemplo son las apariciones marianas no reconocidas por la Iglesia. Las apariciones marianas son analizadas en su desarrollo y si una sola palabra de los presuntos mensajes estuviera en oposición a la Ley de Dios, ahí se escondería un engaño. Sólo un truco del diablo puede desviar a los ingenuos que carecen de una auténtica formación católica. Lo que no ha ocurrido con las revelaciones privadas de Lourdes y de Fátima, plenamente conformes a la Palabra de Dios...
                                                        
Cada uno de nosotros querría tener una clave de lectura objetiva, una llave con la que interpretar los acontecimientos de la vida personal y los acontecimientos sociales a los que a diario asistimos, que comentamos sentados a la mesa, mientras ojeamos un periódico con los amigos o leemos un anuncio publicitario en la esquina de la calle.
                                                        
Si cada uno de nosotros, en nombre de una falsa democracia, se erigiera oficialmente en juez, desde el punto de vista de sus opiniones y según la propia medida human: ¿qué sería de todo sino una Torre de Babel? ¿Cuántos falsos autores tendríamos a nuestro alrededor, cuántos de esos famosos timadores que embaucan a los imprudentes que, prestando fe a la moda del día, se dejan arrastrar por las corrientes?

La Revelación pública -esto es: la Sagrada Escritura- es la única fuente de gracia santificante, el primero y único texto universal escrito por la mano de Dios a través del Espíritu Santo y es la única clave de lectura a la que recurrir en materia de moral, de fe, de ética civil y social, única y auténtica para dar la interpretación objetiva a una evidencia o cuanto menos expresar un juicio fundado. Expresar un juicio quiere decir expresar la propia posición y hogaño pocos son los que tienen una firme y consolidada posición, fundada en la Verdad, en la historia.
                                         
¿Cuántos impostores se han sucedido en el correr de los siglos, haciendo prosélitos y masacrando víctimas? Marx y "El Capital". Lutero y su "Reforma". Giordano Bruno y sus herejías. Más recientemente, los Testigos de Jehová de Russel. En una y otra época han ido alternándose falsos profetas que han relativizado teorías, filosofías y verdades de toda suerte. Ellos detraen hábilmente la verdad revelada, la adulteran y dan vida a una falsificación que arrastra muchas almas pusilánimes, desarmadas, desesperadas y engañadas hasta el punto de renegar de su bautismo para abrazar otros "credos".

En el Evangelio de San Juan (10, 1-21) podemos leer:
"En verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas; todos cuantos han venido eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta; el que por mi entrare se salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, el que no es pastor dueño de las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas, y huye, y el lobo arrebata y dispersa las ovejas, porque es asalariado y no le da cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y pongo mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor".

¿Quién ha dado en la historia de la humanidad la propia vida para darla en abundancia a las propias ovejas? ¿Quizás Mahoma? ¿Buda? ¿Charles Russel? ¿Quiénes otros? Ninguno de ellos fue el Hijo de Dios capaz padecer y de morir para, en la redención, restaurarnos la vida.

Plinio Corrêa de Oliveira escribió:

"Y Nuestro Señor Jesucristo, personificación inefable de toda perfección, es por lo tanto la personificación, el sublime modelo, la luz, la savia, la vida, la gloria, la norma y el esplendor de la cultura auténtica. Lo que equivale a decir que la cultura auténtica sólo puede fundarse sobre la verdadera Religión y que, exclusivamente, en la atmósfera espiritual creada por la convivencia de almas profundamente católicas puede nacer la cultura perfecta, así como de modo natural, de la atmósfera sana y vigorosa de la alba, se forma el rocío".

Francesca Bonadonna

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