"Cruceros de Roncesvalles", fotografía de D. José Ortiz de Echagüe

miércoles, 5 de diciembre de 2012

RECLAMO A LA MAYORÍA SILENCIOSA Y ABSTENCIONISTA

 

El ADN de la Izquierda no puede mutar, por eso gira fatalmente en derredor del "ex", el "neo", el "post"... ¡marxismo!
De "Refundación" en "Refundación", de matices a decoloración,
superando los escenificados "litigios" internos,
contando siempre con el indispensable auxilio de los "católico-comunistas" y
de "centristas" que favorecen el transbordo a la izquierda,
la Izquierda altera solo el método pero...
¡Los contenidos y el objetivos son siempre los mismos!
  
¿Lobo…

…o zorro?



Hoy los sucesos ocurren tan rápidamente que es mucho más importante analizarlos que prever los mismos. Un número incalculable de personas saben solo de modo imperfecto lo que es el comunismo. Y lo que es el catolicismo lo saben de modo imperfecto. 

A este propósito, esquematicemos la enseñanza tradicional de los Pontífices:

1. El comunismo es un sistema filósofico que comprende una concepción del universo y del hombre. Y, por consecuencia, una concepción de las relaciones entre los individuos y la sociedad: el modelo de la economía, de la política, de la sociedad.

2. Por su lado, la doctrina católica, fundada sobre la Revelación, enseña toda una concepción del universo, de las relaciones entre los hombres y la sociedad, de cómo han de ser la politica, la sociología y la economía en derechura con la Ley de Dios. 

3. Sistemas -por llamarlos así- de tal amplitud, o se armonizan en sus vértices doctrinales, o son incompatibles. Esto está en la misma lógica interna del uno y del otro.

4. Con lo que, puesto que entre los principios ateos, materialistas y evolucionistas, que están en el fondo del cráter abisal del comunismo; y, por la otra parte, la fe en un solo Dios, puro espíritu, perfectísimo, omnipotente y eterno, y en Jesucristo, Dios-Hombre, en Quien está la cúspide y todo el esplendor de la religión católica, hay una contradicción total, no puede haber ningún punto de conciliación entre una y otra doctrina.

5. De esto se deduce que la única actitud recíproca coherente entre los secuaces de una doctrina y los seguidores de la otra es el choque. 

6. Todo esto está claro para los espíritus lógicos. Pero es más o menos nebuloso para un número incontable de espíritus que dormitan placenteramente en la penumbra de las contradicciones, y para los cuales nada es más desagradable que la lógica, sobre todo cuando ésta conduce a sus claros confines.

7. Un católico, o un comunista, según lo lógico que sea en el campo de la pura doctrina, puede ser más o menos lógico y acomodaticio en la ponderación de los hechos. 

8. El problema está lleno de matices. Y tanto más cuando, también en los casos en que la lógica lleva a la lucha, ésta última puede asumir innumerables formas. Luchar no significa solamente atacar duramente y de frente. Atacar también es coger al adversario desprevenido, desorientarlo, confundirlo y así debilitarlo, etcétera. Y, en coherencia con la máxima según la cual, en la lucha de clases, los fines justifican los medios, ellos lo practican constantemente. Bien entendido, los católicos saben que los fines no justifican los medios. Pero también el empleo de los medios lícitos comporta una considerable gama de habilidades. Nuestro Señor aconsejó a sus discípulos unir la inocencia de la paloma con la prudencia de la serpiente.

9. Ahora, en la lucha entre la "minoría lógica" por la conquista de la opinión pública, la mayoría acomodada constituye con frecuencia una "tierra de nadie". Vencerá la minoría que sepa atraer a la mayoría.

10. El comunismo internacional se emplea a fondo en la actividad de atraer a la mayoría. Por medio de la acción de los doctores de la ilogicidad, puestos por ellos como guías de la famosa "línea auxiliar", busca seducir a los que están en la "tierra de nadie", proponiendo una vía de salida:

a) Que los católicos, incluso rechazando el ateísmo y el materialismo comunistas, acepten los principios políticos y socio-económicos. 

b) Los comunistas, a cambio de esta aceptación, conceden libertad di culto a la Iglesia, a condición de que ésta no ataque el régimen socio-económico comunista. A la postre, tendríamos que en el seno de la Iglesia habría tolerancia y libre curso para el comunismo socio-económico. Y en el seno de la sociedad civil habría tolerancia y libre curso para la religión, toda vez que ésta ampute las implicaciones socio-económicas. Por consecuencia, el Estado no combatiría a la Igleisa. Y esta recomendaría a sus fieles colaborar con el Estado Colectivista.”

Plinio Corrêa de Oliveira - (extractos de la “Folha de São Paulo", 28 Octobre de 1978)

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